Ser demasiado sincero puede acabar con nuestras
opciones de obtener el empleo
El éxito de cualquier proceso de selección
estriba en convencer al entrevistador de que somos el candidato ideal para la
empresa. Ahora bien: ¿debemos aparentar ser perfectos o podemos mostrar
abiertamente nuestras debilidades? Aunque hace
algunos años se aconsejaba no sacar a relucir ningún defecto personal,
incluso si nuestro interlocutor nos preguntaba abiertamente por el tema, lo
cierto es que, en la actualidad, los expertos recomiendan ser realistas y
honestos con nuestro entrevistador.
En cualquier caso, no hay que perder de vista que
ser totalmente sinceros puede ser devastador para nuestras aspiraciones de
entrar en la empresa. Por ejemplo, difícilmente nos quedarán opciones de
conseguir el puesto ofertado si afirmamos que somos impuntuales, inflexibles
o personas poco organizadas. Si el pie del que cojeamos tiene que ver con
competencias básicas para el desarrollo de cualquier actividad profesional,
más nos vale ahorrarnos la sinceridad.
En cualquier caso, tenemos que estar preparados
para que nuestro interlocutor nos pregunte acerca de nuestro talón de
Aquiles, ya que ésta es una cuestión cada vez más habitual en las entrevistas
de trabajo. Y lo que es más importante: la respuesta jamás debe ser una
mentira, sino que hay que optar por maquillar la realidad. A continuación, te
damos algunos buenos consejos para hacerlo.
Pasa de puntillas por tus errores. No te recrees detallándolos: dales la menor
relevancia posible.
Expón
únicamente aquellos defectos que no supongan un impedimento
para llevar a cabo tu trabajo. Por ejemplo, nunca digas que eres una persona
rencorosa. Eso te apartaría automáticamente del proceso de selección, ya que
se trata de un rasgo que puede dificultar el trabajo en equipo. O que eres
una persona tímida si quieres trabajar de relaciones públicas.
No menciones aquellos defectos o aspectos difíciles de corregir. Por poner un caso, nunca digas que te aburres
enseguida o que necesitas constantemente nuevos desafíos y
responsabilidades si el puesto de trabajo es para realizar tareas mecánicas.
Decántate
por aquellos defectos que, según cómo, puedan interpretarse como una virtud.
Si eres excesivamente puntilloso o perfeccionista, esto te puede hacer salir
airoso de esta pregunta.
Subraya siempre tu voluntad de mejorar. Al hablar de tus defectos, es imprescindible
que destaques que estás trabajando para superarlos y, si es
posible, que apuntes qué plan de acción estás llevando a cabo.
Además, no está de más que destaques puntos positivos que contrarresten estas
debilidades.
En cualquier caso, estos consejos no funcionarán
si no van respaldados de una buena formación académica, capaz de
convencer a nuestro entrevistador de que somos los aspirantes idóneos
para el puesto. Cursos de idiomas o de
especialización, másters, programas de posgrado,
títulos de FP, etc. Decantarse por
cualquiera de estos estudios será nuestro mejor aval
y, al mismo tiempo, el mejor antídoto contra esas facetas que todos debemos
mejorar. Y es que, como concluye la película Con faldas y a lo loco,
del maestro Billy Wilder, nadie es perfecto.
Fuente:
quecursar
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jueves, 25 de octubre de 2012
¿Puedo explicar mis puntos débiles en una entrevista de trabajo?
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