sábado, 14 de enero de 2012

¿Cambiaría un buen sueldo sólo por prestigio?


La reseña sobre un alto cargo nombrado recientemente terminaba diciendo: "Cobrará 60.000 euros, y renuncia a una retribución de 1,2 millones anuales". ¿Se trata de enajenación o es idealismo? En todo caso, cabe preguntarse qué lleva a aceptar un puesto en el que se gana currículo y se pierde dinero.
Que unos cuantos estudios solventes confirmen el dicho tradicional de que "el dinero no da la felicidad", ni terrenal ni profesional, es un gran consuelo en los tiempos difíciles que corren. Parece claro que las ocupaciones que producen más satisfacción son las que implican un mayor grado de realización personal, y se basan en las actividades que aportan un alto valor. Así, el dinero no tiene mucho que ver con la satisfacción en el trabajo. Esto debería bastar para satisfacer a aquellos que se plantean el dilema entre un empleo que les guste (no muy bien remunerado) frente a un puesto extraordinariamente retribuido, más cuando los expertos calculan que la motivación extra que proporciona un aumento de sueldo dura apenas tres meses y, según la mayor parte de estudios al respecto, queda claro que el sueldo no es nunca el principal factor motivador.
Otro gran dilema profesional cobra actualidad estos días, con los nombramientos de altos cargos que abandonan la seguridad de buenas remuneraciones para aceptar un puesto que "sólo" ofrece prestigio y un impulso –futuro– de la carrera profesional. María Mosquera, executive manager de Page Personnel, explica que "hay profesionales cuyo primer factor de motivación es el prestigio. Se da sobre todo en los altos cargos al servicio de la Administración Pública, que suelen estar remunerados de manera inferior a cualquier puesto de similar responsabilidad en la empresa privada. Hay posiciones en el ámbito de la investigación, ONG, fundaciones y otras instituciones similares en las que el prestigio es el principal elemento motivador frente al dinero".
Mosquera añade que "el prestigio alcanzado puede ser infinito, y esto puede suponer alcanzar rápidamente mayor responsabilidad y un escalafón cuyo nivel podría costar mucho alcanzar en el mismo tiempo en una empresa privada 'al uso', lo cual también puede llegar a suponer un reconocimiento económico. Sin embargo, el crédito puede tornarse no sólo en indiferencia, sino en absoluto desprestigio, de manera vertiginosa, precisamente derivado del grado de exposición de algunas posiciones sobre todo en el sector público, y marcará la trayectoria de ese profesional en un futuro, pudiendo llegar en casos extremos al ostracismo, si se ha llegado a magnificar tal descrédito".
Mariano Cañas, director de la oficina de Madrid de Catenon, recuerda que "en situaciones de incertidumbre hay quien anticipa el hecho de que no haya continuidad en la compañía en la que trabaja". Cañas cree que "hay momentos en los que se paga un peaje profesional porque se está ante un callejón sin salida, y el sueldo puede ser esa tasa. Mucha gente está dispuesta a bajar su salario, aunque esa reducción es más forzosa que otra cosa, y nunca supera un 20% de reducción".
A José Medina, presidente de Odgers Berndtson Iberia, no le resulta extraño que muchos profesionales estén dispuestos a cambiar salarios y dinero por prestigio, imagen, valores y servicios a la sociedad. "Se podría resumir en que cambian salario material por retribución emocional". Desde su experiencia, Medina asegura que "cualquier profesional al que se le ofrece un puesto de ministro, secretario o subsecretario, lo acepta casi siempre. Sin embargo, he tenido dificultad para cubrir otras búsquedas en niveles de director general, ministerios o empresas públicas".
Invertir en un proyecto profesional con menor retribución puede resultar positivo para la empleabilidad
Para Julio Moreno, socio de Korn Ferry, "invertir en un proyecto profesional con menor retribución, si se escogen experiencias complementarias y enriquecedoras, es positivo desde la empleabilidad y desde una visión de carrera de largo plazo. Sin embargo, el mercado (empleadores y consultores) aún no valora adecuadamente este tipo de decisiones". Moreno añade que "el concepto de carrera profesional está cambiando drásticamente: por un lado se prolonga –las edades de jubilación se retrasan– y por otro, hace apenas una década el tiempo medio de permanencia en un puesto era de 7 años, y hoy, según una encuesta realizada por el observatorio de Korn Ferry es de 3,5 años. En este nuevo entorno, la diversidad de experiencias es crítica para aumentar la empleabilidad y el valor en el mercado. Tenemos que valorar las experiencias no sólo por el criterio salarial".
Para el socio de Korn Ferry, "hasta hace pocos años se entendía la coherencia en un currículo como la posibilidad de explicar, a través de un proceso analítico, los sucesivos pasos en la carrera de un profesional. se confundía este concepto con el de predictibilidad y nos dejaba a todos más tranquilos elegir candidatos con estancias largas en posiciones anteriores, con carreras prolongadas en el sector y con pasos profesionales que significaban una continua progresión. Hoy la coherencia se debe valorar de manera más conceptual, entendiendo mejor la complementariedad de las experiencias".
La otra fuga: de lo privado a lo público
Además del debate entre dinero y currículo, existe también una posibilidad de fuga de cerebros desde la empresa privada hacia el sector público. Podría tratarse de idealistas, con vocación de servicio, porque quien da este paso no lo hace por dinero. En Reino Unido, por ejemplo, se dan los secondments, que consisten en la asignación temporal de profesionales del sector privado al sector público. Bajo este modelo muchos grandes profesionales podrían aceptar el paso a lo público, una opción que choca con obstáculos legales, culturales o de retribución:
- La retribución del sector público –inferior a la del privado– es uno de los grandes argumentos disuasorios.
- Haría falta desarrollar el capítulo del directivo público, con una acreditación suficiente y valía demostrada; que pueda acceder a cargos en condiciones razonables desde el punto de vista laboral.
- Se deben marcar objetivos, retribución, razones para dejar el puesto de trabajo... En algunos países anglosajones, a la política y al sector público suele entrar gente que ya ha demostrado su capacidad en el sector privado.
- El prestigio de la actividad pública se ha ido deteriorando, y el management público está escasamente institucionalizado. Hay miles de puestos de dirección en este sector que deberían tener contenido profesional, pero están ocupados por la política.
- La confianza política prevalece sobre la cualificación y las competencias gerenciales, y éste es un factor de disuasión.
Fuente: Expansión

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