sábado, 21 de enero de 2012

¿Y si ahora soy mi propio jefe?


Pocos universitarios españoles montan su empresa al terminar la carrera. El riesgo, el miedo al fracaso, la falta de formación o la mala imagen que tienen de los empresarios frenan la iniciativa innovadora.
"¿Qué quieres ser de mayor?" Emprendedor seguro que no. La opción de montar un negocio por cuenta ajena como una posibilidad más de futuro profesional no está en la mente de los jóvenes españoles. Ellos prefieren trabajar en una empresa privada o en la Administración Pública antes que embarcarse en una aventura empresarial. El 77% de los casos prefiere la estabilidad, y el 70% un ingreso fijo, según el Libro Blanco del Emprendedor de Esade. Unas cifras similares a las que muestra un reciente informe de Círculo de Formación: sólo el 25,76% de los jóvenes contempla crear un negocio propio, frente al 40% que desarrollaría su labor en la empresa privada o el 26,60% que le gustaría ser funcionario.
A la vista de estos datos, queda patente que en España existe poca iniciativa emprendedora. ¿Qué falla para que los universitarios prefieran el trabajo asalariado al autoempleo? David Alva, presidente de la Confederación Española de Jóvenes Empresarios (Ceaje), explica que "no se potencia la figura del empresario como creador de puestos de trabajo, las escuelas no fomentan la creación de empresas y no se sabe cómo afrontar el miedo al fracaso".
Aprender en el colegio
La enseñanza superior ya dispone de asignaturas dedicadas a la creación de empresas, pero los expertos consideran que impartir este tipo de conocimientos a alumnos de veinte años en adelante ya es tarde para inculcar el espíritu emprendedor. "En la Universidad existen programas pero se enseñan cuando el estudiante está demasiado maduro", reflexiona Ángel Colomina, director de formación y emprendimiento del Consejo de Cámaras de Comercio. Por eso señala que "hay que introducir estas disciplinas en el colegio".
Pablo Martín, director del Club de Emprendedores de la Universidad de Navarra, opina que "los chicos llegan verdes a la carrera y no se puede convertir a nadie en emprendedor en dos o tres años". Para paliar este déficit, "se tiene que formar en el emprendimiento desde Primaria, como se lleva haciendo desde hace años en países como Finlandia o Estados Unidos", añade.
De la misma forma, Pablo Calderón, director de estrategia e innovación de la U-Tad, identifica como uno de los errores más arraigados el hecho de que se aprende qué es una empresa cuando se comienza a trabajar en ella. "Lo que se debe hacer es enseñar y presentar cómo funciona un negocio cuando se está estudiando".
Emprender no es sólo crear una empresa; es ser siempre creativo, innovador y bueno en el trabajo
Otra de las razones para que el emprendimiento no se vea como una salida profesional es la imagen negativa que se tiene del empresario. Es decir, esta figura se asocia a la búsqueda exclusiva del beneficio o a la persona que despide a la plantilla sin ningún tipo de miramiento. En este sentido, Colomina aconseja "mejorar la imagen de los autónomos, limpiarla de los prejuicios que la tildan de explotador de trabajadores que siempre oculta algo fraudulento". Este estereotipo, según el director de estrategia e innovación de la U-Tad, "mina la moral del empresario a la vez que rebaja el nivel competitivo de la empresa".
Para romper esta creencia, el presidente de Ceaje recomienda "transmitir que el empresario es quien crea empleo y quien arriesga sus ideas y su patrimonio".
La percepción del riesgo también juega en contra de la creación de empresas. En la cultura española, este aspecto se entiende de forma negativa: antes de probar y arriesgar es preferible quedarse quieto. Alva considera que "la formación también tiene que enseñar cómo afrontar el miedo al fracaso para cambiar esta idea". En este sentido, la educación debe encaminarse a evitar que los emprendedores desestimen nuevas actuaciones después de un intento fallido.
A estos elementos que actúan como freno en la decisión de los jóvenes a la hora de crear un negocio se suma la crisis. La actual coyuntura ha dificultado el acceso al crédito para los nuevos proyectos; por lo que la falta de financiación actúa como otro factor desmotivador. Sin embargo, la situación económica ofrece también la otra cara de la moneda: el elevado número de desempleados y la falta de contrataciones han hecho que los emprendedores hayan aumentado. "Desde segundo o tercero de carrera los alumnos suelen decir que ‘quieren montar algo’. No se sabe si acabarán creando una empresa, pero existe la predisposición", explica el director del Club de Emprendedores de la Universidad de Navarra. No obstante, este experto precisa que "no hay que olvidar que el emprendedor pasa tres o cuatro años muy duros. Se trabaja en lo que uno quiere pero el negocio exige una disponibilidad de 24 horas, y los beneficios no se consiguen desde el primer momento".
El riesgo se percibe como negativo: antes de probar y arriesgar es preferible quedarse quieto
¿Qué es emprender?
Otro de los caballos de batalla que destacan la mayoría de los expertos es que en España el concepto de emprendedor no se contempla en su sentido más amplio. Calderón recuerda que "emprender no es sólo crear una empresa, es también ser innovador, creativo y bueno en lo que haces dentro de una compañía grande. Es aportar nuevas ideas para trabajar y vislumbrar nuevos proyectos que se pueden poner en marcha. Pero, por desgracia, este aspecto que es realmente importante, se suele olvidar y no se potencia".
Las universidades defienden que el modelo educativo tiene que transmitir a cualquier estudiante, sea de la rama que sea, que siempre es posible hacer cosas nuevas, ya sea en un negocio propio o no. Sobre este punto insisten en que a pesar de que ahora muchas iniciativas y políticas van encaminadas a ayudar a los que quieren convertirse en sus propios jefes, no hay que pretender que la mayoría de los universitarios quiera ser emprendedor. Martín señala que "no todos los estudiantes que están apuntados en el Club de Emprendedores de la Universidad de Navarra quieren montar una empresa, sino que participan en estas actividades porque reciben una formación que saben que les va a servir en aquello que deseen hacer". Desde la U-Tad, Calderón puntualiza que "el espíritu creativo y emprendedor se fomenta dando responsabilidades al alumno desde el primer minuto. Los planes de estudio tienen que facilitarles una visión integral de lo que es una empresa (ya sea suya o no). No se les debe formar sólo para que sean especialistas en un sólo campo. Es decir, nosotros les proporcionamos las herramientas, pero el momento de ponerlas en práctica lo decide uno mismo".
Existen asignaturas que fomentan la creación de negocios, pero se debe empezar a formar en el colegio
Este planteamiento en el que la práctica y la colaboración se convierten en una pieza clave del sistema educativo es por el que están apostado muchos centros docentes. Es cierto que el Plan Bolonia ha favorecido el cambio de orientación de los planes de estudio, pero algunas universidades ya se habían apartado del modelo tradicional. Por ejemplo, Mikel Mesonero, responsable académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad de Mondragón, señala que "desde el año 2000 tratamos de inculcar a todos los estudiantes tres elementos diferenciales: la cooperación, el emprendizaje y la innovación". Para ello, todos sus programas se basan en el llamado learning by doing. Es decir, desde el primer momento se les anima a comprender que los conocimientos vienen detrás de la necesidad. "Ante un problema concreto es cuando se ponen en funcionamiento todas las habilidades y capacidades y, tras esta necesidad, el estudiante interioriza la enseñanza", dice Mesonero. Para demostrar la importancia de la colaboración y del trabajo en equipo para afrontar los problemas que surgen en el día a día, esta universidad también favorece la creación de una cooperativa por parte de los estudiantes desde el primer año de carrera.
Por su parte Águeda Benito, rectora de la Universidad Europea de Madrid, mira fuera de España para potenciar la iniciativa emprendedora. Considera que "de otros países también se podrían importar atractivas medidas fiscales para crear puestos de trabajo u obtener un beneficio en un tiempo concreto, así como introducir rebajas fiscales en el impuesto de la renta para los inversores y emprendedores, disponer de espacios comunes que fomenten el networking o compartir sus experiencias en emprendimiento social".
Fuente: Expansión

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