jueves, 1 de septiembre de 2011

Qué no deberías poner en tu currículo


El currículum vítae es una forma de venderse: si se cometen fallos, la empresa suele descartar de forma automática al aspirante. Por eso es importante aprender a sortear los ‘errores’ más habituales.
Todo es subjetivo, pero hay algunas referencias en los currículos que ‘rechinan’ a las empresas y pueden alejar al candidato del puesto al que aspiran. Estas son las más significativas:
Detalles personales. No conviene indicar la religión, el estado civil o las simpatías políticas. Solo de forma excepcional, cuando es importante para el desempeño del puesto, deberían mencionarse vínculos con organizaciones de distinta índole.
¿Con o sin foto? Esta no es la cuestión. Lo importante es no pasar a formar parte del grupo de aspirantes que sorprende a los seleccionares con fotos con muy poca ropa, haciendo posados o realizadas en una noche de fiesta. A menos que el interesado sea modelo o intérprete, estas instantáneas son una mala opción. La clásica foto de carné es la más apropiada para el currículo.
Hobbies y tiempo libre. Puede obviarse en el currículum vítae cualquier información que no esté relacionada con los objetivos laborales. La empresa no suele tener en cuenta las actividades lúdicas o los trofeos conseguidos por el candidato en su tiempo de ocio.
Expectativas salariales. ¿Cuánto se quiere ganar? Decir mucho o poco dinero puede perjudicar al aspirante de especificarlo en el currículo. Lo mejor es tratar el asunto durante la entrevista personal, no antes, a menos que lo exija la compañía.
‘Maquillar’ el documento. No es aconsejable abusar del término ‘experto’ en determinadas materias o programas. El seleccionador podría sospechar que el candidato está exagerando con la experiencia profesional o el nivel de idiomas que asegura tener.
Mentir. Una vez enviado, lo que diga el currículo va a misa. De ahí que no haya que dar nombres falsos de empresas, crear jefes imaginarios o inventar cartas de recomendación. Las compañías contrastan los datos: un estudio realizado por CareerBuilder señala que el 72% de las empresas descubrieron mentiras en los currículos, lo que supone un desprestigio para el aspirante.
Despidos procedentes. En la carta de presentación o el currículo, el candidato debe ahorrarse los detalles sobre cómo finalizó su última relación laboral. Más aún si el motivo fue un despido por su bajo rendimiento, robó a la empresa o llegó tarde en reiteradas ocasiones. Eso sí, a pesar de no reflejarlo por escrito, si el seleccionador pregunta al aspirante en la entrevista de trabajo sobre esta cuestión, este debería afrontar los hechos y ofrecer una explicación.
No adjuntar referencias. Indicar que se tienen cartas de recomendación y no sumarlas al currículo puede hacer dudar de la palabra del candidato. Cuando se disponen de referencias, lo mejor es entregarlas a la empresa y adelantarse a que esta las solicite.
Información confidencial. Haber tenido acceso a datos relevantes de una organización, no supone que deban revelarse en el currículo. Esto creará desconfianza en el seleccionar, que prescindiría del candidato para determinadas funciones.
Exceso de información. Hay que evitar sobreactuar con frases sobrecargadas del tipo: “Supervisión dando ejemplo a los demás” o “Me considero una persona proactiva y trabajadora que puedo aportar mucho a su empresa”. Conviene resumir los datos y que el currículo no exceda de uno o dos folios.
Faltas de ortografía. Las empresas tendrán en cuenta cualquier incorrección. Cometer erratas en el currículo o usar expresiones coloquiales, pueden arruinar una buena candidatura. Hay que analizar el currículo con el máximo detalle antes de presentarlo.

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