Ha llegado a
la fundación que gestiona los fondos de la formación profesional para
introducir cambios que den resultados y eficiencia.
Desde principios de año ocupa una silla caliente,
la de la gerencia de la Fundación Tripartita, el organismo integrado por la
Administración Central y los sindicatos y patronales mayoritarios, y que
gestiona un presupuesto cercano a los 1.000 millones de euros anuales para
formar a los trabajadores españoles.
En un momento en el que la tasa de paro alcanza
al 25% de la población activa y en el que el diálogo social está roto, con
dos convocatorias de huelga general en menos de un año, el reto que afronta
Alfonso Luengo no se presenta sencillo. “La formación, por sí sola, no crea
empleo. Éste lo genera la actividad económica. Pero sí evita desempleo.
¿Cuántos trabajadores han dejado de quedarse en paro gracias a haber mejorado
su cualificación?Esa es la pregunta que debemos hacernos”, explica este
extremeño de Don Benito (Badajoz) de 49 años.
Luengo defiende el importante papel que debe
jugar la cualificación de los trabajadores en la superación de esta crisis en
nuestro país. Explica que sólo sobreviven las empresas que mejoran su
productividad. En España se está consiguiendo aumentar esta productividad
pero, según Luengo, por el lado de los costes salariales, y esto tiene un
límite. Llega un momento en el que no pueden reducirse más. Por tanto, piensa
que a partir de ahora la mayor productividad llegará por el aumento de la
cualificación de las plantillas. También a través de la internacionalización
y de la innovación, por lo que los planes de formación de este año se han
orientado principalmente hacia esos objetivos. Éste es uno de los cambios
importantes que ha traído la reforma laboral: ahora es la Administración la
que determina estos objetivos prioritarios, aunque tenga en cuenta la opinión
de los agentes sociales. Antes los fijaban éstos en exclusiva. Los objetivos
ahora han pasado de ser la prevención de riesgos, el medio ambiente y la
igualdad a la internacionalización, la innovación, el emprendimiento y el
desarrollo tecnológico.
Funcionario de carrera, Luengo ha ocupado puestos
de gestión en distintos entes públicos, tanto con gobiernos del PP como con
ejecutivos socialistas, y ha llegado a la dirección de la Tripartita para
implementar algunos cambios importantes que introdujo la reforma laboral.
Esta entidad gestiona los fondos de la formación
profesional para el empleo, que salen de las cotizaciones sociales que
realizan las empresas (0,6% de la retribución de sus empleados) y de las
propias nóminas de los trabajadores (0,1%). En suma, este año cuenta con un presupuesto
de 950 millones de euros del total de 2.391 millones que el Gobierno ha
destinado en los Presupuestos a la formación dentro de las denominadas
políticas activas de empleo. El resto, 1.441 millones, lo administra
directamente el Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE). El pasado año, la
Fundación Tripartita formó a 4,4 millones de trabajadores con un presupuesto
un 33% mayor que el actual, de 1.431 millones de euros. En ocho años se ha
multiplicado por cinco el número de trabajadores formados y por quince el de
empresas participantes.
“La
productividad tiene que aumentar cualificando a las plantillas, no sólo ía
costes salariales”
Del presupuesto total de la Tripartita para este
año, 560 millones irán directamente a las empresas, que se bonifican parte de
lo cotizado a la Seguridad Social para impartir cursos a sus plantillas
internamente. Es la denominada formación de demanda, que diseña e imparte
libremente cada compañía, y que no ha dejado de crecer en los últimos años.
Las grandes corporaciones hacen uso de estas bonificaciones, y el gran reto
es hacerlo llegar también a las pymes, mayoritarias en nuestro tejido
empresarial y en las que la penetración de este tipo de formación es mucho
menor –el 90% de las grandes empresas usan estas bonificaciones, el 58% de
las pymes y el 25% de las micropymes–.
Otros 60 millones van destinados a la
cualificación de los funcionarios, a través del Instituto Nacional de
Administración Pública (INAP). Casi 114 millones son transferidos a las
comunidades autónomas, que tienen sus propios programas para mejorar la
preparación de la fuerza laboral. Y 184 millones son para la denominada
formación estatal de oferta.
Cambios
Hasta ahora, los agentes sociales eran los intermediarios en la adjudicación de estos últimos fondos, los de la formación estatal de oferta. Algunos cursos los organizaban directamente sindicatos y organizaciones empresariales y otros los subcontrataban a empresas de formación. Pero uno de los cambios importantes que Luengo está gestionando tras la reforma laboral del pasado mes de febrero es la introducción de una mayor competencia a la hora de adjudicarse los fondos. Este año, un 20% de esos 184 millones de euros se han reservado para la libre concurrencia de las empresas de formación, que pueden competir directamente por adjudicárselos para impartir programas sin la intermediación de los agentes sociales. Para ello, previamente han tenido que cumplir una serie de requisitos para ser acreditados por las correspondientes comunidades autónomas.
Que este porcentaje en el que no participan los
agentes sociales crezca, se mantenga o se reduzca en el futuro, dependerá en
buena medida de los resultados que se observen este año, cree Luengo. “Las
dos ideas clave han de ser dotar de mayor transparencia al sistema y
gestionarlo de forma más eficiente, a través de la concurrencia competitiva.
La experiencia en el ámbito de la contratación pública es que una mayor
competencia y eficiencia redunda en menores costes y más calidad”.
Otro cambio introducido tras la reforma laboral
tiene que ver con un concepto que nunca ha estado exento de cierta polémica.
Cuando se adjudicaban estos fondos para impartir cursos, las entidades
organizadoras –antes los agentes sociales en exclusiva– retenían un 20% del
importe en concepto de gastos asociados a la organización de los programas.
Ahora ese porcentaje se ha visto reducido al 10%. Además, se ha excluido este
año la formación a distancia tradicional, dejando sólo cursos de formación
presencial u online.
Otra cuestión polémica es el anuncio que hizo
antes de retirarse la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza
Aguirre, en el sentido de que dedicaría sus fondos autonómicos de formación a
ayudas a emprendedores en lugar de transferirlos a los agentes sociales. Los
sindicatos ya han anunciado que, de confirmarse, recurrirían la decisión a
los tribunales porque al proceder de cotizaciones sociales para formación
entienden que no se pueden destinar a otro fin. Luengo cree que “cualquier
uso que no sea formación va a tener problemas para salir adelante. A falta de
conocer los detalles de la medida, tendrá un difícil encaje y ajustes
complejos”.
Fuente:
Expansión
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martes, 13 de noviembre de 2012
"La formación no crea empleo, evita desempleo"
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