Marcharse ‘tarifando’ de su compañía no le traerá ningún beneficio. Tenga en cuenta que el mundo es un pañuelo, más ahora que ha decidido irse de su empresa. Se trata de una verdad mucho más cierta incluso que la de "uno se va de los jefes, no de las compañías", otra máxima que nos recuerda que la organización es más importante que quien la dirige en un momento determinado.
Si su propósito veraniego es abandonar la empresa coincidiendo con el nuevo curso, sepa que es conveniente que se vaya sin provocar estridencias.
La máxima profesionalidad ayuda siempre. Incluso en el tiempo que transcurre entre que usted toma la decisión de irse y su salida efectiva, la mejor opción es siempre el comportamiento profesional impecable. Es su imagen pública y, además, todos nos conocemos y podemos coincidir en algún momento.
1. Normalmente, la credibilidad se mantiene sólo si se mantienen los principios. Lo mejor es no hacer nada que atente contra los propios principios, porque se volverá contra usted.
2. Cuando se vaya de la empresa lo más prudente es no hacer descalificaciones o denuncias como reacción.
3. Cualquier persona que denueste a su empresa anterior no puede ser considerado candidato de confianza por la futura compañía. Esto recibe el nombre de síndrome de Coriolano en el directivo, en el profesional, y en el mundo de las organizaciones. Coriolano fue un general de Roma del siglo V a.C. que traicionó a la República uniéndose a los volscos, a los que luego traicionó también para volver a Roma. Murió asesinado por ellos. El síndrome consiste en ser desleal con su institución; creerse en posesión de la verdad; no escuchar la opinión ajena; no adaptarse a nuevas realidades y al cambio que implican; no aprender de la experiencia y no entender lo que le ha pasado.
Quien denuesta a su antigua empresa no es considerado candidato de confianza en la nueva compañía a la que llega
4. En cualquier tipo de enfrentamiento con su empresa todo depende del grado de discrepancia: Si esta es razonable, montar una bronca perjudica y cierra puertas, independientemente de que lo que se reclama sea justo. Lo mejor es buscar un buen acuerdo.
5. Tirar contra la empresa es complicado. Primero, porque le despista de la actividad que vaya a desarrollar una vez que salga de su antiguo trabajo. Y segundo, porque resulta muy costoso en tiempo y dinero.
6. Otra cosa bien distinta es irse para evitar hacer algo que va contra la ética personal. Eso ensalza a quien lo hace, pero aún así no es bueno cargar contra la propia firma.
7. Desde el punto de vista de la empresa, siempre es más importante gestionar la salida de un empleado que contratar bien. La salida deja una huella muy difícil de borrar y apenas hay tiempo para rectificar. Es más importante despedir bien que fichar adecuadamente, y muchas veces no se trata de una cuestión de dinero, sino de formas.
Fuente: Expansión
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miércoles, 3 de agosto de 2011
Me voy de mi empresa, pero sin estridencias
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