lunes, 17 de octubre de 2011

Trabajar la autoestima en la búsqueda de empleo


Si trabajas con demandantes de empleo o eres uno de ellos, es importante identificar el tipo de pensamientos que deterioran la autoestima.
Aunque un despido no afecta igual a una persona con cargas familiares o una hipoteca que a la que no las tiene, hay una víctima común en todos los casos: la autoestima.
En la búsqueda de empleo, la motivación juega un papel determinante. Así, podemos deducir que aquellas personas con elevada disposición interna hacia la búsqueda de empleo desarrollarán más conductas y encontrarán trabajo… antes que aquellas menos motivadas.
No atribuimos la exclusión laboral a la falta de motivación. Sin embargo, trabajar la motivación y la autoestima puede ser una estrategia adecuada para facilitar que quienes se sienten desanimados, con la ayuda del orientador, adquieran la motivación y autoestima que les falta.
La autoestima
Las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, nuestras cualidades, atributos y maneras de pensar o sentir dibujan nuestra “imagen personal”. La “autoestima” refleja cómo nos valoramos sobre el poso de sensaciones y experiencias que atesoramos a lo largo de la vida.
Esta autovaloración es piedra de toque para la realización personal plena. Así, las personas que se sienten bien “en su piel”, con buena autoestima, son capaces de enfrentarse y superar los retos que la vida plantea. En cambio, aquellos con baja autoestima suelen autolimitarse y fracasar.
La autoestima empieza a forjarse en la infancia, a partir de las primeras experiencias de aceptación y rechazo de los demás. Valga como ejemplo lo que comenta la modelo Iman, musa del diseñador Yves Saint Laurent: “Siempre he tenido la autoestima baja. En Somalia, las mujeres son guapísimas; así que nunca me piropearon en la adolescencia… Tuve que convertirme en modelo para que me vieran hermosa y, si de joven nunca te han dicho que eres guapa, de mayor no terminas de creértelo. Esa baja autoestima nunca termina de esfumarse. Lo digo muy en serio. Lo importante no es tu aspecto actual, sino lo que sentías sobre tu físico cuando eras joven”.
La baja autoestima está relacionada con una distorsión del pensamiento (forma errónea de pensar). Las personas con baja autoestima tienen una visión muy distorsionada de lo que son realmente; a su vez, tienen unas exigencias extremadamente perfeccionistas sobre lo que deben ser o conseguir.

Monólogo interior de la persona con baja autoestima

Una persona con baja autoestima mantiene un discurso que incluye pensamientos como estos:
·         Sobregeneralización: a partir de un hecho aislado, dicta una regla general, extensible a cualquier situación y momento: ”Me han despedido. Con la crisis, no volveré a trabajar”.
·         Razonamiento emocional: se asocia el sentimiento con la realidad: “Si lo siento así, es verdad”. Creemos que un sentimiento negativo refleja la realidad, sin racionalizarlo ni contrastarlo con otros episodios y experiencias.
·         Designación global: se usan términos peyorativos para describirse a uno mismo, en lugar de describir el error, limitándolo al momento temporal en que sucedió: “Qué torpe soy”, en lugar de “Qué torpeza he cometido”.
·         Pensamiento polarizado: se mantiene una actitud extrema, con categorías absolutas. Es el pensamiento de todo o nada; no se aceptan ni saben formular valoraciones relativas: “Blanco o negro. Lo hago bien o mal. O es perfecto o no vale”.
·         Autoacusación: la persona se culpabiliza de todo: “Yo tengo la culpa. Tendría que haberme dado cuenta”.
·         Personalización: suponemos que todo tiene que ver con nosotros y nos comparamos negativamente con los demás: “Tiene mala cara, ¿qué le habré hecho?”.
·         Lectura de pensamiento: se interpreta que no interesas a los demás o que piensan mal de ti… sin evidencia real. Son suposiciones que se fundamentan en cosas peregrinas y no comprobables.
·         Falacias de control: sientes que tienes una responsabilidad sobre todos y todos, o bien te sientes una víctima, que no tienes control sobre nada.

Trabajando la autoestima

Para superar estos pensamientos, es conveniente emplear la reformulación positiva y tomar conciencia de los logros o éxitos que se han conseguido en el pasado; aceptar que podemos haber fallado en ciertos aspectos, sin generalizar; y, sobre todo, intentar superarnos en aquellos aspectos que deseamos mejorar.
Para ello es útil, a lo largo del itinerario de inserción trazado juntamente con el orientador, identificar aquello que necesitamos cambiar (falta de formación, por ejemplo) para luego marcarnos metas sencillas y concretas (como la inscripción en una actividad formativa).

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