Babak Nivi y Naval Ravikant, los autores del blog para emprendedores
'Venture Hacks', titulaban así uno de sus artículos acerca del poder
motivador -o no- del dinero en el trabajo. Esto nos lleva al eterno dilema de
si prefieres un empleo que te hace feliz, aunque el sueldo no sea bueno, o un
puesto que aborreces en el que ganas mucho.
"Un aumento es sólo
una motivación por treinta días. Después de todo, se trata sólo de tu
sueldo”. Esta frase de David Russo, vicepresidente de recursos humanos de SAS
Institute, es una de las favoritas de Babak Nivi y Naval Ravikant, los
autores del blog Venture Hacks. Y ellos la han sacado
de Hidden Value, un bestseller escrito por Charles A.
O’Reilly y Jeffrey Pfeffer que explica cómo el dinero por sí solo nunca puede
motivar el alto rendimiento profesional.
La tesis de O’Reilly y
Pfeffer coincide básicamente con la de aquellos que calculan que la
motivación extra que proporciona un aumento de sueldo dura tres meses. Según
la mayor parte de estudios al respecto, queda claro que el dinero no es nunca
el principal factor motivador. De hecho, un estudio de la Universidad de
Princeton, dirigido por Daniel Kahneman, asegura que a partir de unos
ingresos anuales de 75.000 dólares no hay mayores consecuencias en términos
de felicidad, estrés, disfrute o frustración.
Todas estas teorías y
cálculos nos llevan al dilema de si es preferible trabajar en algo que no nos
gusta demasiado, o que aborrecemos, siempre que se gane mucho dinero, o si es
mejor tener un empleo seguro que nos satisfaga plenamente, aunque esté mal
retribuido. Las ocupaciones que producen más satisfacción son las que
implican un mayor grado de realización personal, y se basan por tanto en las
actividades que aportan un alto valor. El dinero, fnalmente, no tiene mucho
que ver con la satisfacción en el trabajo.
La moneda de cambio en el
mercado del talento ha sido siempre el salario. Talento a cambio de dinero. Y
eso no funciona, porque cuanto más se ofrece, más quieren las personas. Dando
más y más, la motivación y el compromiso no aumentan. No se trata de otorgar
menos, sino de dar diferente. Cuanto más se tiene, más se quiere, las
expectativas son muy elevadas y más difíciles de satisfacer.
Se tiende cada vez menos a
preferir un buen sueldo a tener un trabajo que a uno le haga feliz. Hay que
ser consciente de que esta será una relación a corto plazo en la que,
básicamente, se consiguen mercenarios. Cuando tenemos empleados en jaulas de
oro, lo lógico es que el rendimiento sea más bajo. Las organizaciones que
pagan mucho suelen ser aquellas que, por su nombre o situación de mercado,
están en una posición de riesgo, y sus tasas de rotación son muy elevadas.
Babak Nivi y Naval
Ravikant aseguran en Venture Hacks que "estamos
motivados para trabajar eficazmente y rendir a un alto nivel cuando nuestro
trabajo expresa quiénes somos; cuando los objetivos del negocio de nuestra
compañía tienen significado para nosotros; y cuando sentimos que somos
valorados como personas, y no sólo como agentes económicos". La cuestión
es que el dinero es un motivador muy débil o, dicho de otro modo, resulta ser
un terrible motivador: Por sí mismo, el dinero motiva sólo a la gente
inadecuada para hacer cosas incorrectas que sólo buscan ganar dinero.
Fuente: Expansión
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miércoles, 27 de marzo de 2013
"No te pagamos por trabajar aquí"
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