La semana pasada conocíamos los demoledores datos de
Seguramente alguien pensará, tras leer el titular, que este artículo va a eximir de responsabilidad a los gobernantes de los cinco millones y medio de parados que tiene ya a estas alturas nuestro país. Y si piensan así, se equivocaran. Está claro que el gobierno anterior se equivocó y mucho porque para empezar, se enteró tarde de que estábamos en crisis, demasiado tarde si encima se trata de la mayor recesión del último siglo.
Cuando, por fín, Zapatero despertó de aquel sueño de la “champions league” de la economía, tampoco supo o pudo reaccionar a la sangría de puestos de trabajo que nos estábamos dejando por el camino. Apenas el tan criticado Plan E maquilló durante unos meses el problema aunque muchas veces costara más el cartel anunciador que los empleos que se generaban. Tuvo incluso un ministro de Trabajo, Celestino Corbacho que ya muy pocos recuerdan y que se vió impotente para atajar el paro y para poner de acuerdo a empresarios y sindicatos en ninguno de los asuntos que pretendían consensuar.
Luego llegó Valeriano Gómez que quiso poner un poco de orden pero se encontró con un problema ya desbocado y de difícil solución. Intuyo que podría haber sido un buen ministro de Trabajo en otras circunstancias pero no lo demostró en el escaso tiempo que estuvo al frente de este departamento.
Pero la frase tan repetida de “todo es culpa de Zapatero y su gobierno” se nos queda corta para analizar el problema. Entre otras cosas porque podría ocurrir que sin Zapatero y su gobierno, el paro siguiera en auge y nos daríamos cuenta que hemos hecho mal el diagnóstico de la situación. Y nada se resuelve sin un buen diagnóstico.
Teóricamente al actual gobierno, al que lidera Mariano Rajoy, nada hay que reprocharle sobre el asunto puesto que están recién llegados a su responsabilidad y siempre les queda el recurso de la mala herencia recibida. Pero el Partido Popular tiene historia, ha ejercido la labor de oposición que es fundamental en el desenlace de un país. Y allí, se les vió más interés por lograr una victoria electoral que por solucionar alguna de las graves consecuencias de la crisis. Bien parecía que su actitud se basaba en sentarse a esperar que cayera, como fruta madura, el oponente político, sin realizar demasiado esfuerzo.
Pero hay más. Las comunidades autónomas tienen transferidas las políticas activas de empleo desde hace varios años, desde antes del inicio del desastre. Es curioso que sus gobernantes, independientemente de que sean del PP o del Psoe, se apuntan el éxito cuando el paro baja y reprochan al gobierno central de la subida. Y ellas también son responsables, no pueden mirar a otros y si lo hacen, demostrarán también que los intereses electorales están por encima de solucionar el problema. Y aquí están todos implicados porque los populares gobiernan en la mayor parte de autonomías ahora pero los socialistas gobernaron una parte de ellas hasta el año pasado.
Fuera de la política, también se cometieron errores
Independientemente del desastre político que tenemos y hemos tenido en los últimos años, es verdad otra de las frases que más repiten los gobernantes y es que los empresarios son los que crean empleo y así debe ser una sociedad moderna. Esos empresarios cuyos dirigentes ahora proponen soluciones para la reforma laboral, forman parte de un colectivo que no ha sido previsor, que no ha reinvertido las ingentes cantidades de dinero obtenidas en la burbuja inmobiliaria para realizar inversiones productivas en otras actividades, como la industria que daban menos dinero a corto plazo pero son una garantía a la larga si están bien gestionadas.
Es verdad que sería injusto meter a todos los empresarios en el mismo saco y algunos se escapan de este análisis pero eso que han llamado la “cultura del pelotazo” ha estado demasiado extendida en nuestro país.
Muchos empresarios se quejan de la “mala prensa” que tienen en España, de la mala imagen que tienen en nuestra sociedad. Y probablemente algunos se quejan con razon ya que no se valora en nuestro país la actitud emprendedora. Pero también tienen que reflexionar acerca de los motivos que han conducido a esa visión y quizás encuentren que algo han hecho mal. Quizás los propios empresarios españoles no han entendido la labor social que deben desarrollar en un país moderno. Impulsar un negocio debe servir para obtener ganancias pero también debe contribuir a la riqueza de toda una sociedad. Y en eso, se falla cuando tu único interés es llenarte los bolsillos sin importarte nada más.
Probablemente deberían más bien reflexionar sobre ese asunto que sobre la necesidad de dejar el mercado laboral a merced de quienes no han estado a la altura de las circunstancias, de quienes no han sabido gestionar desde el ámbito privado las cuantiosas ganancias logradas con el ladrillo.
Especial mención tienen en este apartado nuestros bancos que teóricamente eran los mejores del mundo y ese sueño también se nos ha caído como un castillo de naipes. Han sido grandes protagonistas de esa invitación diabólica a la especulación, al consumismo y al gasto inútil de nuestra sociedad. Si existiera Satanás, seguramente hubiera sido banquero en los últimos años.
Y frente a ellos, están los sindicatos, esas organizaciones que deberían defender los derechos de los trabajadores y muchos creemos que no lo han hecho nada bien. No se trata de haber convocado más o menos huelgas generales, no. Se trata de que UGT y CC OO deben abrirse a todos los trabajadores y no sólo a aquellos que tienen un empleo público garantizado. Parece que sólo reaccionaron con contundencia cuando se tocó el bolsillo de los funcionarios y eso choca con lo que debería ser su función ya que hay colectivos mucho más débiles que se han sentido indefensos en los últimos años.
Es verdad que estas organizaciones dependen en gran medida de las subvenciones públicas y de las cuotas de sus afiliados. Y dentro de esas cuotas, juegan un papel fundamental los empleados públicos. Pero nunca lograrán abrirse a otros colectivos de trabajadores mientras sigan con su actitud actual. En el caso concreto de los desempleados, cualquier sindicato que hubiera organizado asambleas con el colectivo, hubiera logrado sembrar una semilla que le hubiera convertido en la gran referencia. ¿Por qué no lo hacen? Difícil de contestar.
Mirémonos nosotros también al espejo
Y luego estamos los trabajadores de a pié. Seguramente nosotros también debemos reflexionar sobre lo que ha ocurrido. Quizás seamos los menos responsables de lo sucedido pero también algunos errores hemos cometido. Nos hemos dejado envolver por un espejismo en el que había que ganar mucho dinero para consumir lo más posible, nos han convencido de que no eramos nadie si no teníamos el mejor coche, la mejor vivienda o las mejores vacaciones. Y nos lanzamos a esa labor de forma compulsiva.
También aquí estamos generalizado y quizás cometiendo injusticias pero también hay que decirlo. Pensamos que ese falso bienestar nos iba a durar para siempre. Muchos salieron de la escuela con poca formación porque se ganaba dinero fácil y rápido. Y ahora nos damos cuenta que eso se acabó y como dice el refrán, nos hemos quedado compuestos y sin novia. Nos hemos quedado sin trabajo y sin formación. Y aquellos que tenían formación, quizás no actualizaron los conocimientos o no previeron la posibilidad de reconvertirse.
Ya sé que muchos me dirán que lo han hecho, que se han formado, que han pasado por decenas de cursos. Pero ¿hemos acertado? ¿Realmente hemos pensado antes de hacerlos en las posibilidades que nos iba a brindar? La respuesta la tiene cada uno y ya digo que estamos generalizando, con lo que muchos nos podrán decir que no pertenecen a ese grupo y será verdad.
Los trabajadores somos un actor importantísimo en la competitividad de una empresa. Muchas veces nos quejamos de que los empresarios no lo consideran así. Pero realmente ¿nosotros pensamos en ello cuando estamos en el mercado laboral? Si alguien no lo ha hecho, que se lo empiece a plantear porque nuestra subsistencia en el puesto de trabajo dependerá muy mucho de ello. Esa actitud de ·yo cumplo y cobro a final de mes sin más”, parece que no será suficiente como lo ha sido hasta ahora.
Por supuesto que al lado de otras responsabilidades, las nuestras se quedan en un pequeño grano de arena y además nosotros lo vamos a pagar muy caro, a diferencia de los otros que hemos ido mencionando anteriormente. Pero eso no debe impedir que también nosotros tengamos que ser conscientes de cuál ha sido el problema en el que nosotros podemos intervenir ya que el resto está fuera de nuestro alcance.
En resumen, todo esto para decir que el aumento del número de parados tiene un origen muy complejo. Se compone de muchos elementos, unos más importantes y otros menos. Por supuesto que no nos hemos referido a la falta de crédito o de consumo como otro de los factores clave, pero eso forma parte de lo que los analistas tildan de “coyuntura” y me he querido ocupar en este artículo fundamentalmente de la “estructura”. Cuando alguien habla de los cambios estructurales de nuestro país, a mi entender deberían analizar todos estos aspectos.
Fuente: Portalparados
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viernes, 3 de febrero de 2012
El paro es el gran fracaso de toda una sociedad
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